Cuando solo tenía 6 años, el abuelo de Pau, constructor de profesión, solía llevarlo a las obras. Allí, Pau jugaba en las zanjas de cimentación, en un solar aún sin edificar. Con los años, aquel recuerdo dejó un poso en su memoria y, más adelante, acabaría marcando su camino. Humilde y altruista, Pau encuentra realización en la arquitectura al saber que su esfuerzo va esencialmente dedicado a proveer a familias enteras de un espacio de intimidad para compartir con sus seres queridos.